23.1.11

Abuelo chacarero y plantador de árboles

Mi abuelo fue un plantador de árboles.
Era un campesino venido de la Italia, que arribó a estas tierras y fue a parar como colono a una parcela próxima a las vías de ferrocarril, parte de la extensa propiedad de unos ingleses. Allí levantó un rancho de adobe, al estilo de los criollos, que con el tiempo fue creciendo en hijos. Mi mamá, una gringuita, recordaba haber amasado 'chorizos' de adobe para trenzar paredes.
Cultivó la tierra. En su paese había sido contadino pero en tierra argentina fue chacarero, así, con esa palabra de los pueblos originarios. Primero fue el dorado trigo, más tarde el mar azul de las plantaciones de lino, el mismo que recordaba Osvaldo Bayer para su querida Santa Fe.  Pero también creó cuadros de plantaciones de árboles, de sombra y frutales, rodeó el campo de acacias, álamos, eucaliptos y pinos, barreras al viento, y puso una huerta atravesada por hileras de nardo y corrales con higueras donde dormían las aves. Al abrir la tranquera se abría una calle bordeada por dos hileras de plátanos que antecedían al jardín, frente a la casa, dibujado por canteros con flores y enredaderas, en el que un caminito sinuoso llevaba al generoso alero. Debajo un rancho propio estilo chorizo, con puertas y ventanas toscas de madera y en el medio una ventanita, con rejas de hierro forjado -de adorno nomás- a las que trepaba un rosal.
Nunca lo oí quejarse de su destino sudamericano. Al contrario, gozaba viendo brotar los gajos, sembrar un árbol de semilla, cambiarse plantas entre los vecinos. Cuando andaba por la quinta, limpiando los plantíos o regando, se protegía con un sombrero, y allí se paraba una calandria que lo acompañaba en su deambular. Y también ir al pueblo a charlar con los paisanos, con su ropa limpia y una flor de nardo en el ojal.
Se llamaba Rafael. Plantó muchos árboles y los conservó toda su vida. No los vendía, eran parte de la casa, como la familia, la huerta, el corral.
Mi abuelo plantó muchos árboles. Por eso yo soy guardabosque.

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