abarcaste mi cuerpo
con tu cuerpo de campo, manos de carpintero.
Vibró mi vieja piel en las líneas del tiempo
y hasta las ramas bajas descendieron las aves
custodiando el momento.
Fue también mi abrazarte rodeándote de aromas
y de oscuros silencios,
no tenías olor y te impregné del mío
a resinas del bosque, a líquenes y flores
pero ya estaba escrita
tu partida.
Algo se me quebró cuando te fuiste
algunas ramas altas
y lloraron mis hojas
afinadas y duras.
Para mi eternidad fue muy breve tu abrazo.
Te alejaste impregnado de mi humor y mi aliento.
Yo me quedo mirando
por encima del bosque
los caminos que vienen desde el lejano norte
y pienso en tu regreso.
©Gladys Lopreto
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